¿cómo transitar un duelo?
- licspano
- 10 feb 2024
- 4 Min. de lectura
¿Por qué no se habla del dolor? ¿Por qué se volvieron tabúes los duelos? ¿Por qué se los evita? ¿En qué mundo vivimos hoy?
Por mucho que se lo niegue, el dolor es parte de la vida. No solo es parte, si no que la atraviesa. Hay dolor en muchas situaciones, pero me quiero centrar frente a la pérdida de un ser querido.
La vida está atravesada por distintas pérdidas, de las cuales a cada una le corresponde un dolor singular. Cada una de ellas requiere un proceso de duelo. Una elaboración, un proceso que lleva tiempo. ¿Cuánto? El que necesite cada uno. Siempre depende de la particularidad y singularidad de cada caso.
¿Cómo logramos compatibilizar esto en un contexto en donde se respira un empuje al goce? Al incesante goce. “Al” porque es uno. Ese que es igual para todos. Ese que no entiende de particularidades y mucho menos de la singularidad. Cómo se asume el dolor cuando se siente la presión al disfrute. Cuando el discurso que predomina rechaza la castración, te muestra cómo todo es posible en tanto todo es comprable. Cómo aceptas el valor de su tiempo cuando el contexto valora y promueve la inmediatez de resultados. Cómo bancas un proceso, si de repente el mundo está al alcance de un clic. Cómo sostenes un malestar, cuando la sociedad lo suple con consumo.
Entonces, ¿cómo se articula el transitar un duelo con el discurso del capitalismo tardío?
Freud nos habla de un sujeto inhibido, totalmente entregado al duelo, nos explica un proceso que requiere alto gasto de energía y de tiempo. El capitalismo tardío exige al sujeto un goce sin límites, acogiéndolo en un mundo consumista que propicia la adicción en general, la desvalorización de la verdad y el desprestigio de la justicia.
Lacan plantea que la castración es una condición estructural para que pueda darse el duelo. El discurso capitalista rechaza la castración; peligrosamente promete que todo es posible, ya que todo es comprable.
Allouch sostiene una pérdida a secas, sin sustitución posible que implica el sacrificio de un trozo de sí y que, si el sujeto no renuncia a ese pequeño trozo de sí, como consecuencia, será arrastrado por el muerto. El discurso del capitalismo tardío no entiende de renuncias. Se puede tener todo. Y si se puede tener todo, entonces se debe tenerlo.
Desde Freud queda inconcluso el fundamento del gasto económico, anímicamente hablando. Allouch deja planteada la incógnita en la clínica, ya que cada caso va a advertir su fundamento. La valiosa singularidad y particularidad del caso por caso que nos enseña el psicoanálisis, contrariado con la promesa de un goce para todos y de forma ilimitada que ofrece el capitalismo tardío.
Entonces, cómo no esperar que la clínica mi sma demuestre tantos obstáculos en la elaboración de duelos. Cómo no esperar la depresión de la época, si con tanto duelo no transitado, lo único que se logra es la eternización del dolor.
Cómo no van a sobresalir los acting outs, si los mismos no son más que el intento de subirse a escena y mostrar su angustia ya que hay Otro que rechaza su decir angustiante. Otro, que también convive en ese mismo discurso exigente del imperativo de ser feliz.
La contradicción existe. La clínica lo demuestra y la teoría lo fundamenta. Pero pensar que desde el ejercicio de esta amada profesión se puede hacer algo, me alivia. Que el analista pueda alojar la angustia no habilitada en cualquier otro ámbito social, que pueda dar lugar al acto de la palabra para introducir así al campo de lo simbólico esa pérdida como falta abriendo de esta manera, el deseo.
Particularmente creo que alojar la angustia, a veces simplemente es dejarla salir. Alojar el dolor, dejarlo doler. Ofrecer un marco, para que no desborde, pero sí que se expanda, que se haga presente, que se sienta, que se acepte. Escuchar, para que el sujeto también se escuche. Mostrarse como sostén, para que el sujeto aprenda a sostenerse. Ofrecerse como un Otro que propicia al duelo. Dar tiempo. Dar espacio. Acompañar manteniendo la neutralidad y la abstinencia que el análisis requiere. Habilitar la reconstrucción de un sujeto deseante en una sociedad reproductora de objetos.
Sostengo que alojar, habilitar, acompañar, ofrecer tiempo y espacio sin exigencias pueden balancear la contradicción. Propiciar un duelo sostenible en esta sociedad que no comprende que no se le puede exigir tanto a un sujeto cuya energía está completamente entregada al duelo. Posibilitar un camino de permisos; que se permita romperse y caminar roto, que se permita rearmarse, sin esa parte de sí que se perdió, que se permita la contradicción del ir y venir, de las ganas y no ganas, de la iniciativa y la inhibición. Propiciar al sujeto de herramientas psicológicas para que pueda ser consigo mismo todo lo compasivo y amable que la sociedad no va a ser. Acompañarlo en la paciencia. Proponerle posibles recursos para tramitar la angustia por fuera del espacio analítico, por ejemplo, la escritura.
Un papel en blanco puede ser un vacío inabordable o un recurso impecable para canalizar. Siempre va a depender de la particularidad y singularidad de cada caso. El camino es por donde funcione.
Escribir. Ponerle nombre a ese agujero, a lo que representa la pérdida, al dolor que invade. Escribir para que no desborde. Escribir porque el papel no juzga. Escribir cuando y cómo se quiera, porque el papel no exige. Describir las sensaciones, los nudos, las presiones. Escribir, porque el papel no inhabilita el decir angustiante. Escribir llorando, porque el papel recibe la lágrima y uno puede ver la palabra mojada por el propio afecto. Reconocerse, aceptarse amablemente, ser paciente mientras el duelo camina y cumple su función. Hasta que la inhibición se calme y el deseo resurja. Escribir, cerrar el cuaderno y salir al mundo, al menos un poquito más liviano.
Propongo la escritura, como cualquier otro recurso creativo. El mismísimo Freud, creía en la manifestación creativa como forma de alivio. Dueño de la frase “La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe “, sostiene que el arte esta estrechamente relacionado al psicoanálisis y gracias a este vínculo se ha seguido explorando un camino como que sirve como complemento para ayudar a las personas; recursos que funcionan como un lienzo en blanco para comprender e integrar el sufrimiento en la historia personal.
No se trata de dejar de sufrir, si no hacer del sufrir lo menos posible.
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